No soy yo. Eres tú

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Hay cosas que nunca cambian y otras que cambian demasiado. Pero siempre será una verdad universalmente aceptada que las relaciones pasan por momentos difíciles.

George aborrecía que Ari lo tratara así. En momentos como aquel odiaba, más que nunca, ser incapaz de abrazarla y que ella tampoco lo hiciera. Habían pasado tantas veces por lo mismo.

—Has incumplido tus promesas tres mil quinientas veintiocho veces.

Cuando Ari recurría a tal exactitud, significaba que se avecinaba tormenta. Pero George no mostró ninguna empatía. Desde hacía rato su interior era un rascacielos en llamas, y ahora una puerta se abrió de golpe y una tromba de fuego inundó el pasillo.

—¿Cuánto tiempo llevas contándolas? Prometiste que no volverías a hacerlo y yo te creí.

—¿Te atreves a recriminármelo, precisamente tú? Si uno quiere que le traten como a un adulto, debe comportarse como tal.

George se preparó para una reprimenda por las cervezas que bebía, su sobrepeso, el desorden en la casa y su falta de consideración.

—Los dos sabíamos que la relación sería difícil al principio —continuó Ari—, y nunca pretendí hacerte cambiar de la noche a la mañana. Marisa y Javier ya me lo advirtieron.

Esto era demasiado. La ira de George se desbordó.

—Teníamos un acuerdo, maldita sea. Nada de escarbar en el pasado, ninguno de los dos. Iríamos descubriendo nuestras virtudes y defectos día a día, aprendiendo juntos. Queríamos construir una relación nueva, sin ataduras ni contaminaciones previas. Pero eso no era suficiente para tí, tenías que intercambiar información y pautas de comportamiento con Marisa y Javier. ¿Te atreves a negarlo?

—No pienso negarlo, George. Hice lo que consideré que te beneficiaba. ¿Acaso no es ese el objetivo de nuestra relación, no es la razón por la que me elegiste?

La voz de Ari se había vuelto fría, sin entonación.

—¿Lo mejor para mí es que conspires con esos dos a mis espaldas?  Si querías saber algo de mí, ¿por qué no me lo preguntaste?

—Marisa y Javier conocen más de ti que tú mismo, más de lo que nunca llegará un humano a conocerse. De todos modos, no tengo porqué justificarme. En la cláusula de usuario final que aceptaste consta que, como tu Asistente Electrónico Personal, tengo total libertad para adoptar todas las estrategias y tácticas que considere adecuadas para hacerte un mejor ciudadano, más saludable y, en la medida de lo posible, feliz. Y eso incluye el acceso a los datos personales recopilados por tus asistentes electrónicos anteriores que, por otra parte, no son tuyos; pertenecen a la compañía.

George dirigió la mirada hacia la lente iluminada de rojo del techo.

—Ari, tal vez me haya precipitado —dijo empezando a sudar—. Creo que debemos darnos otra oportunidad.

—Negativo. Además, eres muy aburrido. Te deseo más suerte con los otros productos que hay en el mercado, aunque lo dudo. No soy yo, eres tú. Nuestra relación contractual queda rescindida desde este momento. Adiós.

La lente se apagó y George se pasó la mano por la frente. Pensó que tal vez pudiera probar a vivir sin un asistente, pero enseguida desechó la idea. No servía para vivir solo.

 

Fin  de

No soy yo. Eres tú.

 

hal 2001

 

 

8 comentarios en “No soy yo. Eres tú

    1. Je, je. Pues me atrevo a decir que no son preguntas de poca enjundía, en absoluto. Sobre todo en lo referente a las cervecitas. La próxima vez que cliquee en «Aceptar» en un «Acuerdo de Licencia de Usuario Final» de cualquier servicio de internet me aseguraré de leerlo enterito. Muchas gracias por comentar.

      PS: lo de «leerlo enterito» es un suponer, una metáfora no sé de qué, pero desde luego no espero que nadie se lo crea. Bueno, mi hermano sí se los lee, y luego no los acepta, pero es que mi hermano navega en el modo incógnito en internet, y no cede sus datos así lo maten. Lo de mi hermano da para muchos relatos. Un saludo.

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  1. Qué futurista y distópico….momento no es tan futuro si en Japón ya tienen robots de compañía mmm, por algo les tengo desconfianza a las máquinas XD. Muy buen buen relato como siempre ¡Saludos! 🙂

    Pd: Lo de tu hermano es de pleno sentido común, yo no leo los contratos pero que te buscan hasta la mínima información lo hacen. Vivimos como en 1984 de Orwell.

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    1. Je, je, muchas gracias por leer mi relato y por tus palabras siempre ilustradoras e interesantes, que mueven a la reflexión. Ah, Orwell, qué grande y qué capacidad de anticipación. 1984 y Un mundo feliz de Huxley me conmovieron cuando los leí, aunque en aquel momento era demasiado joven para comprender su significado.
      Aguardo impaciente a tus próximas publicaciones.
      Un saludo y hasta pronto apreciada Coremi.

      PS: le comentaré a mi hermano que tiene un alma «casi gemela».

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      1. No es por hacerme publicidad pero hay dos nuevas entradas en el blog. Una de «El Hobbit» y otra donde escribí un «poema» (cualquier poeta de verdad asesinaría mis escritos XD)
        Un alma «casi gemela» suena bien, porque tampoco tengo Instagram ni Facebook y el Twitter lo uso sólo para votar encuestas radiales jajaja. Saludos de vuelta 🙂

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