Los Hiperestésicos

Green leaf in handInvestigáis sin descanso nuevas formas de potenciar vuestros sentidos, pero ese algo arcano que buscáis siempre logra burlaros. Puede que sea cuestión de sensibilidad, pero no del tipo que creéis. Quizás debéis buscar en vuestro interior.

La transición es cada vez más frecuente y caótica, como si todo se precipitara hacia el final. De hecho, así es. Confías en que tras la ceremonia, para bien o para mal, nada será igual. Mientras esperas en un banco del parque a que llegue la hora, experimentas el familiar fogonazo de miles de soles y el velo que enmascara de ordinario tu percepción cae calcinado. La simple hoja que sostienes en la mano se ha transformado en un universo de texturas y sutilezas. Percibes el lento fluir de la savia y el fragor sin tregua de la fábrica de maravillas que habita en el interior de las células. Y no es solo la hoja. Eres consciente, de forma simultánea y pormenorizada, del susurro de cada brizna de hierba, del palpitar de las incontables vidas diminutas y la sinfonía de colores y olores que te rodean. Desearías que no acabase nunca, pero también tener el control. Es por eso  que aceptaste la ceremonia. 

El milisegundo de éxtasis dura una eternidad, como siempre, y también como siempre, finaliza de forma abrupta. Estás en el parque, envuelto por el esplendor de la primavera, pero después de lo que acabas de experimentar todo te parece insustancial y gris. Es así desde que comenzaron las crisis, como las llamaron los médicos y psicoterapeutas que te trataron inútilmente desde la infancia. Juraste que nunca volverías a confiar en ellos, pero ahora, en tu madurez, las crisis han empeorado y fuiste a la consulta del neurólogo. Después de un carrusel de pruebas dijo que no hallaba nada orgánico, el eufemismo que emplean cuando piensan que el paciente está loco. Sin embargo, no te recomendó un psiquiatra, sino un grupo de ayuda con personas de problemas similares. No tenías nada que perder.

Desbordó todas tus expectativas. Por fin descubriste que no estabas solo. Te implicaste cada vez más y llegó un momento en que el moderador te invitó a participar en otro grupo reducido que se llamaba los Hiperestésicos. Allí te dijeron que no debías resignarte, que tu problema tenía solución. Supiste así de la ceremonia, el ritual último para ser miembro de pleno derecho de los Hiperestésicos. Te advirtieron de que el procedimiento podía tener un desenlace insatisfactorio, incluso dejar secuelas, pero lo aceptaste; cualquier cosa era mejor que continuar igual.

Es la hora. Te levantas del banco, sales del parque, cruzas la calle y te diriges a la sede del grupo. Cuando llegas te conducen a una sala de paredes verdes. El neurólogo que te recomendó el grupo de ayuda entra en la sala acompañado de varias personas; todos visten de verde. Resulta tranquilizador que él esté aquí. 

Ya solo te queda esperar que la extracción del organismo alienígena que parasita el cerebro de los seres humanos desde hace millones de años y les priva de la comunión con la naturaleza, sea un éxito. 

Buena suerte, compañero.

 

Fin de

Los Hiperestésicos

12 comentarios en “Los Hiperestésicos

    1. Pues otra vez te rescato de spam, me cachis. Vaya, vaya, así que el Percebe tal vez conozca al consejero Kreenak, el pulpo de mi relato «Un plato frío», quizás hasta son de planetas cercanos 😉 Muchas gracias –aunque con retraso–, por comentar, compañero.

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    1. Pues de momento todo muy confuso, el exceso de percepciones resulta desconcertante, y a ratos agotador; ni te imaginas las conversaciones filosóficas que se traen las pelusas de la casa. Así no hay quién duerma 😒. En fin será cuestión de acostumbrarse, alguna vez se cansarán 😜. Muchas gracias por comentar.

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