
La mezquindad y la malicia, especialmente si van de la mano de la ignorancia y la necesidad son malas consejeras a la hora de tratar al diferente. Muchas veces tales personas se convierten en blanco del desahogo de nuestras vidas insatisfechas y miserables.
Os aseguro que nunca he conocido a una vieja que corriera tanto con una pata de palo. Me diréis que no es algo frecuente ahora, pero tampoco cuando yo era niño. Mi memoria no es la que era, y menos con el gaznate seco. Así está mejor, os estoy agradecido. Seguir leyendo «La bruja del acantilado»