EL CAMINO

 

En el pasado abril tuve el privilegio de poder hacer el tramo final de El Camino de Santiago, 114 km de Sarria (Lugo) a la ciudad del Apóstol, con las personas que más quiero en el mundo. Sólo faltaba mi mujercita, Azucena, que no pudo acompañarnos por motivos de trabajo. Se ha cumplido así uno de mis sueños más preciados.

 

No puedo expresar con palabras lo importante q es para mí haber llegado hasta aquí. Es un sueño hecho realidad. Los Cinco de la Venta hemos hecho El Camino desde Sarria a Monte de Gozo; unos ciento catorce kms en cinco días, a través de bosques y robledales de ensueño. Incluso las formaciones de Ucornos/eucaliptos han acabado siendo una compañía entrañable. Se elevaban enhiestos hasta alturas imposibles. Fueron los primeros peregrinos de ultramar, llegados en 1860 a las tierras gallegas de la lejana Australia. Los robles pugnan sin cuartel en una batalla que saben perdida, por alcanzar tales elevaciones y conquistar así el sol beatífico y salvador. Su esfuerzo es un ejemplo para todos nosotros.

En el Camino, las mayores dificultades no son el cansancio y las ampollas. No, en absoluto. Contra eso, por comparación, resulta fácil luchar.

Cuando vienes en grupo, incluso en un grupo tan extraordinario y entrañable como el nuestro, los obstáculos a superar son otros. Hay tantos malentendidos, tantas cuentas pendientes… especialmente entre hermanos.

No es posible saldarlas en el Camino. Eso es un espejismo, una ilusión. La vida ha crecido demasiado para poder desviarla. Las cosas más negativas son las que más pesan, por desgracia. No hay final feliz posible, al menos al modo de los cuentos de hadas. Las heridas, las cicatrices acumuladas no pueden desaparecer por arte de magia. Han contribuido a convertirnos en lo que somos, como un castillo de naipes; por más torcido que esté, intentar reemplazar algunas de sus cartas inferiores sólo nos conduce al derribo y la disolución.

Sólo cabe continuar. Reeditar nuestro compromiso en la búsqueda del cielo azul y el sol, como los robles; aunque como ellos sepamos que no lo conseguiremos. La vida es El Camino, no la meta.

Ocurra lo que ocurra en el devenir de nuestras vidas, siempre recordaremos que una vez hicimos juntos el Camino. Ése es nuestro triunfo, y no otro.

Elegimos venir juntos, sin que nada nos obligara. Y eso no debemos olvidarlo. Nunca. En un mundo en el que tantas veces tenemos que elegir entre opciones que no nos satisfacen, el recuerdo de que una vez, libremente, elegimos el Camino, a pesar del esfuerzo y las dificultades, debe alumbrarnos por siempre.

No es poca cosa.

Y luego está el ejercicio de superación personal, sobre el que es mucho más difícil reflexionar y escribir. Cuando vienes al Camino piensas, con soberbia que has sabido prescindir de las cosas innecesarias y superfluas. Que lo único que importa es el Camino.

¡Qué ingenuo! Hacer el Camino no es negar toda la vida que has dejado en suspenso, como paralizada. Eso sería negarte a ti mismo. En realidad, significa depurar, destilar esa vida. Un día tras otro intentas concentrarte sólo en lo importante de esa vida que te aguarda: los seres queridos; sólo eso importa. Pueden ser un hijo pequeño todavía, tu pareja, tus hijos de cualquier edad, tus padres, tus hermanos, tus amigos, incluso tus compañeros de trabajo. Tu compromiso con ellos sale reforzado tras el Camino. Porque sólo siendo más fiel a uno mismo, podemos ser fieles a aquellos que queremos.

Y todo ésto bajo el telón de fondo del Camino. Me siento un privilegiado al poder haber hecho realidad este sueño.

Ahora sólo queda regresar a nuestra vida, con el ánimo  fortalecido y nuestro compromiso renovado.

Y planificar el Camino para el año próximo.

A todos os deseo: ¡Buen Camino!

 

 

desde MONTE DE GOZO

(a 5 km de S. de Compostela).

4 de mayo de 2016.

 

 

2 comentarios en “EL CAMINO

  1. Me ha parecido muy agradable llegar a esta entrada ahora, llevo diciendo que quiero hacer al camino un montón de años y no será porque no tenga tiempo o fuerzas, es que tu Azucena no pudo ir por motivos de trabajo y te acompañaron tus hermanos, pero lo mío es distinto.
    Mi marido es muy deportista, pero no sé por qué no le atrae lo del camino, cuando se lo digo me dice que vamos a Ikea y damos 3 o 4 vueltas por allí y nos convalidan la compostelana. En serio, no sé por qué, pero no hay manera y mis hermanos no son de caminar, también es cierto que ellos es por razones de salud.
    Te envidio (sanamente) y te admiro por haber conseguido ese sueño tan magnífico, creo que es el suelo de muchos…
    No dudo que algún día me lie la manta a la cabeza y me lo haga con algún grupo preparado.
    Gracias por compartir esta experiencia tan grata.
    Un fuerte abrazo Lot, buenas noches!!

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  2. Pues otra vez que WordPress no me avisa de un comentario. Lamento mucho el retraso en contestar tu amable comentario. Muchas gracias, Yvonne, y te deseo que un día, no muy lejano, te lances al Camino. De seguro que te resultará una gran experiencia. Un beso.

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