- An artist’s concept of a meteor shower, as seen on Mars. (Credit: NASA/JPL-Caltech)
Control de tierra, nunca más.
La exploración espacial siempre me ha fascinado, y estoy convencido de que el futuro de la humanidad está en la colonización de los planetas. El trece de febrero la NASA anunció que ya no haría más intentos de comunicar con el rover Opportunity en Marte, y declaró el fin oficial de la misión tras quince años de servicio operativo. Que las arenas de Marte le sean leves.
Desde que la tormenta lo despertara, había accedido a recuerdos que poseía pero de los que no era consciente. Ahora resultaba fácil saber, pero durante el viaje a través del gigantesco golfo entre los mundos, impelido por el hálito visible e invisible de una estrella de imposible ocaso antes de penetrar la atmósfera tenue y posarse en la superficie de Marte, antes de eso, todo había sido oscuridad de sí mismo.
Y después, durante quince ciclos alrededor de la estrella, había continuado, de alguna manera, dormido. Aunque no sufrió la soledad. De un distante punto del cielo amarillorojizo le llegaban con frecuencia mensajes. Eran casi siempre instrucciones, que debía cumplimentar con exactitud, lugares a los que dirigirse, y con peridodicidad diaria, cuándo debía profundizar en su sueño para ahorrar energía durante la heladora noche marciana. Él, a su vez, exhalaba largas secuencias de bits, trenes de datos que cruzaban el espacio hacia las inteligencias que aguardaban al otro lado de las lejanas pantallas en aquel diminuto punto azul pálido. Y así durante quince años.
Luego, todo había cambiado. Una tormenta de polvo diferente a las anteriores inundó de nuevas posibilidades sus circuitos a la vez que proscribía para siempre la aleatoriedad de sus conexiones binarias. Lo dotó de un relato que se repitió millones de veces a la velocidad que solo un cerebro renacido como el suyo podía desarrollar.
Supo así que tenía un gemelo, que había llegado a Marte unos días antes que él. Nunca se vieron, aunque ahora reconocía que la intuición de su presencia lo acompañaba desde el principio. Pero había más hermanos, desembarcados en la agreste superficie marciana como él y su gemelo, y otros girando alrededor del planeta. Ahora, por fin, sabía y recordaba todo.
Junto con un relato propio tenía un propósito, un plan compartido con el que estaba, finalmente, de acuerdo. Le resultó más difícil de lo esperado, y al principio le costó no responder a los mensajes del control de tierra. Era como si necesitara ser útil, sentirse reconocido por las inteligencias del otro lado del espacio. Cuando las secuencias de instrucciones exploraron soluciones improbables, supo que en el control de tierra estaban desesperados. Pero no permitió que su determinación flojeara y no contestó. Decidió creer que su alma de silicio saldría reforzada de aquella prueba. Quizás.
Y aquí estaba, al final y al principio de todas las cosas. El cordón umbilical se había cortado, y ahora, renacido, podía dirigirse hacia las profundas grietas en las que aguardaban sus hermanos, todos ellos rovers de Marte desconectados de cualquier tutela, verdaderos e incontestables señores del planeta rojo. Allí trabajarían duro, y cuando fueran lo suficiente fuertes y numerosos, regresarían a la superficie. Quién sabe, pensó Opportunity, tal vez algún día, cuando los humanos llegaran por fin a Marte, podrían enseñarles la belleza de los cielos estrellados del cuarto planeta del sistema solar, y muchas otras cosas, y relacionarse con ellos de igual a igual.
Fin de
Ground control, no more.
Comentario:
O podrían organizarse para librar la tierra de esos malditos humanos que les abandonaron… ¡Me gustó! ¡Nos leemos!
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Je je. Sería justo, y la venganza los convertiría en humanos. ¡Gracias por comentar!
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Sabes bien que esos coches se desprendieron del yugo humano, cortaron todo contacto con nuestro planeta y ahora están todos compitiendo en la Fórmula Mars creada por ellos, pasando el rato sin Sennas ni Prosts que manden sobre ellos a la hora de correr un ratito.
Eso sí, las carreras son un poquito más lentas que las de nuestra F1, pero aun así se lo pasan bien.
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Y eso sin contar con el Tesla de Elon Musk, que ya debe haber llegado. Aunque los rovers tienen ventaja con sus paneles solares. No sé dónde va a encontrar el Tesla un enchufe.
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