Un pequeño homenaje en el día mundial de las bibliotecas.
Anoche soñé que volvía a la biblioteca; otra vez. Se adueñó de mí la urgencia de una cita ineludible. A las doce en “escritores extranjeros”, ante la “R” de Rudyard Kipling. Sombras ajenas conocidas espiaban mis pasos; ¿a quién le sorprenden las sombras en un sueño? El bibliotecario murmura admoniciones. Me entretengo en la sección de “Fantasía y ciencia ficción”, como tantas veces. Ni el motor del sueño me libera de esa rutina. Debo continuar. La impaciencia innegociable de los sueños me atenaza. He llegado. Suenan las campanadas. Ella no ha venido. Otra vez. La angustia me inunda como un fuego impío. ¿Y si no era aquí? ¿Si no era la hora? Recorro con los dedos los lomos de los libros. De pronto me desborda una carcajada hasta ahora contenida. ¿“R” de “Kipling”? ¿Acaso el sueño es un error? ¿O peor, una broma?
Anoche soñé que me despertaba en la biblioteca. Oigo las campanadas. Ella se acerca; sé que nunca se reunirá conmigo. Creo comprender. La cita es en tantas letras. No caben certezas. Sólo entretener la espera.
Hoy iré a la biblioteca.