Aquí continua y concluye El club de los hombres (y mujeres) ridículos I. La aventura de su enigmático protagonista alcanza un sorprendente —confío— desenlace.
—¿Y el discurso del solicitante?
—Ah, siente curiosidad. Pegue la oreja a esa puerta —dice Beatriz señalando al otro lado del saloncito.
—Usted sabe quién soy. No puede pretender que me rebaje de esa manera. Seguir leyendo «El club de los hombres (y las mujeres) ridículos II»