
La vida vista como un río es una metáfora poderosa. Ese río cuya corriente nos arrastra y a veces nos fuerza a soltar la mano de los que nos acompañan, para no volver a encontrarnos con ellos jamás. Salvo en algunas ocasiones.
La luna sonríe incitante, seductora, desde el cielo nocturno por encima de las luces de la ambulancia. Pablo se arrodilla junto a mí. No lo veía desde el instituto. Supe que estudió Medicina, que se casó y tuvo dos hijos, pero siempre a través de amigos comunes. Parece mentira que nos llamaran los inseparables. Seguir leyendo «El río de la vida»






Hacia Belén va una burra
Oh, pequeño pueblo de Belén
(Despiértame antes de irte