
Santa cariño[1]
De nada os mortificáis tanto como de los ardores de la carne. Y, por otra parte, nada os gusta más. Por esa chimenea caéis una y otra vez, a menudo rompiéndoos la cabeza. En fin, supongo que está en vuestra naturaleza. No me lo habéis pedido, pero os regalaré un consejo: al final, siempre acabaréis en el suelo, así que procurad disfrutar un poco.
Fernando era joven, atractivo y, por si fuera poco, encantador. Llegó a la oficina en septiembre, pero desde el primer día, las mujeres se lo rifaron. Antes de la cena de navidad se había acostado con la mitad de las empleadas, y solo Lucía, una cincuentona que llevaba toda la vida en la empresa, no había flirteado con él. Seguir leyendo «Santa baby (Crónicas del Grinch II, 11)»

Oh, pequeño pueblo de Belén
(Despiértame antes de irte




